Doy la bienvenida a todas las lectoras a esta columna que esta vez se encoge pero no enflaca. Estos días han sido bastante problemáticos en cuanto a este asunto de lograr escribir cosas en este espacio. Entre problemas técnicos, limitaciones de tiempo, obligaciones varias y eventos inesperados la verdad es que esta semana ha sido rica en obstáculos.
Tengo planeado un post de algo interesante que hallé, pero eso requiere un poco mas de tiempo del que tengo para poder armarse decentemente. Sin embargo, bien dicen que si algo es bueno y breve es doblemente bueno, así que les dejo un fragmento de un post que me sorprendió por su simplicidad. Traduzco el fragmento en cuestión y les dejo el link al original:
Déjenme contarles un secreto. Es algo que las compañías de cosméticos no quieren que sepas, y que las tiendas esperan que jamás averigües, y la industria de las dietas asume que jamás creerás. Pero les suelto la sopa de cualquier forma:
No hay nada de malo contigo.
El artículo se llama “El Gran Secreto” y en particular me pareció muy padre el hecho de que comenta que alguna vez creímos en el Ratón de los Dientes y Santa Claus. Y de la misma forma que crecimos y nuestras creencias cambiaron, de igual manera hay que dejar de creer que se es inferior por no verse de tal o cual forma, por no ser de tal o cual edad o por cualquier otra cosa externa.
A final de cuentas todo se resume en el cierre de muchos de estos posts.
No se la crean.
Nos vemos la próxima semana.
Sigo escribiendo