Hay una aparentemente irresistible necesidad de ser el segundo. La gente quiere ser la primera en tomar algo que encontraron y moverla a través de una red de contactos más amplia. La mayor parte del tiempo no se molestan en revisar lo que están compartiendo.
Compartir es uno de los elementos esenciales de la web moderna. Desde enlaces hasta fotos, todos compartimos todo tipo de contenido en múltiples instancias de medios sociales. Sin embargo es un hecho bien sabido que con frecuencia no leemos lo que compartimos. Usualmente no hay consecuencias más allá de pasar un enlace roto o un artículo de baja calidad. Es más, hay veces que lo hacemos deliberadamente (Que levante la mano el que jamás haya rickrolleado a alguien, o alternativamente, que jamás haya sido rickrolleado).
Estos casos son muy claros y no hay duda de que es una broma. ¿Pero qué pasa cuándo se pasa información, especificamente referente a noticias o eventos, en automático sin verificarla al menos un poco? ¿Qué pasa cuándo fuentes supuestamente confiables, caen en esto?
Es obvio que entonces tenemos un problema.
Esto sale a colación en un artículo en Medium, escrito por Anthony De Rosa, editor en jefe de cir.ca, una app de noticias.
Parecería que a veces la facilidad y velocidad para difundir información eclipsa totalmente la necesidad de hacer un poco de tarea y ser lo más exactos y veraces posibles. La mejor información no siempre es la que primero nos llega a las manos. Queda de manifiesto que la calidad está a veces reñida con la velocidad y optar por una implica necesariamente sacrificar la otra.
Yo mismo he caído en este error más de una vez. Recuerdo en particular una ocasión en Twitter que fue la lección más grande sobre esto. Era un fin de semana y apareció en mi timeline una noticia trivial, referente a la falsa muerte de una celebridad – una de las tradiciones más antiguas y populares. Como buen novato de Twitter sin pensar le di RT, pero al instante que lo hice me di cuenta de que tendria que haber verificado primero. Fui a Google y por supuesto que no había nada. Regresé a mi timeline y la persona que había pasado la información estaba feliz riéndose de todos los que habíamos pasado ese tweet.
Lección aprendida. Desde entonces procuro que eso jamás me suceda de nuevo.
El lograr esto no se hace más fácil. Si ya de por sí era complicado, en muchos casos los esfuerzos deliberados de desinformación por parte de gobiernos, organizaciones e individuos hacen que verificar la información compartida tenga un mayor grado de dificultad, y por lo mismo mucha mayor relevancia. Hace unos días vi que un post de este blog se estaba compartiendo con mucha mayor frecuencia de la que jamás había tenido. Cuando vi quienes lo estaban compartiendo me quedó claro que era lo que pasaba.
Todos los que lo compartieron eran venezolanos.
El post era este.
Resumiendo: Ser el primero en compartir la información que recibimos no siempre es lo mejor. Sobre todo para los que tratamos de ser fuentes confiables de información para colegas y público en general. Unos cuantos minutos suelen ser un buen precio por poder pasar información confiable. Si podemos, es algo que vale la pena hacer.
Seamos cuidadosos.
Sigo escribiendo.
¿Te ha tocado recibir información falsa o errónea sobre noticias o eventos? ¿Qué has hecho en estos casos?