Siempre hay obstáculos. Con eso podemos contar con toda certeza. El problema es qué vamos a hacer para superarlos.
Poder diseñar una estrategia e implementarla, organizar un curso, escribir un post en un blog, crear tweets, generar imágenes – todo esto cuesta trabajo y frecuentemente es todo menos sencillo. En este mismo instante estoy lidiando con ruido, incomodidad e interrupciones. La verdad, estaba entre furioso y descorazonado. Lo más fácil hubiera sido decir «Hoy no puedo escribir» y tirar la toalla.
Pero quería escribir. Necesitaba escribir.
El problema no son los obstáculos sino la decisión que tomamos de enfrentarlos. Preferí usar el enojo para hallar un camino diferente. No se trataba de encontrar una solución, tanto como de tomar la decisión para hacer un alto, encontrar de qué quería escribir y empezar a teclear. Ya no estoy enojado. Estoy mucho más claro y trabajando. A pesar de que el ruido, la incomodidad y las interrupciones siguen ahi, eso no ha cambiado. Lo que cambió es que encontre una razón para seguir adelante más fuerte que las dificultades que se presentaban.
Recordé que el dejar de hacer lo que queremos hacer, lo que nos corresponde es lo que mata.
No son las apps, no son las herramientas, no son los tips ni los planes. Esto no se resuelve con esas cosas. El darse cuenta de eso es el primer paso para ponerse en movimiento.
Los obstáculos los tenemos garantizados. La decisión de superarlos, no.
No significa que tengamos que enfrentar todo lo que nos pone enfrente. El juicio para decidir cuáles retos valen la pena y cuáles no, es lo que requiere sabiduría.
Y por supuesto que ahi la cosa también cobra interés.
Por supuesto, Nadie dijo que esto fuera sencillo 😉
Sigo escribiendo. A pesar del ruido.
¿Qué es lo que te dice si una obstáculo vale la pena superarse o no?
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