La Clase Media de los Medios Sociales

La Clase Media de los Medios Sociales (2)

En la imaginación popular los medios sociales son una manera de adquirir fama y fortuna de manera no tan convencional. En vista de las historias de éxito locales e internacionales protagonizadas sobre todo por YouTuberos, esta idea es más que comprensible. No son pocos los que han logrado traducir un canal exitoso de YouTube en un negocio sumamente rentable. En este esquema tener una gran cantidad de público significa fama, y esa fama es un reflejo de éxito, y eso por supuesto representa ingresos considerables.

¿Pero qué pasa cuando la fama no siempre significa éxito, pero sobre todo, no significa dinero?

Bienvenidos al interesante mundo de la clase media de creadores en medios sociales. Un mundo de personas, usualmente jóvenes, que trabajan casi de tiempo completo creando videos o imágenes, en YouTube, Instagram o Vine y que tienen un público considerable, pero de ninguna manera en la escala de las estrellas más grandes. Creadores con material muy decente pero que necesitan recurrir a trabajos ordinarios como meseros, vendedores, mensajeros, etc. para poder pagar la renta. Son los que viven la extraña realidad de que sus cuentas de banco jamás van a tener números similares a sus cuentas de medios sociales.

Ese es el mundo que presenta Gaby Dunn en «Get rich or die vlogging: The sad economics of internet fame«, uno de los mejores artículos que he leído en mucho tiempo. Gaby es la mitad del canal de YouTube «Just Between Us», que escribe, produce y comercializa con su mejor amiga Allison Raskin. Actualmente tienen 500,000+ suscriptores en YouTube. Gaby tiene 83 mil seguidores en Twitter y 353 mil en Instagram. Números nada despreciables, y que sin embargo no representan ingresos regulares, mucho menos un atisbo de seguridad financiera. Esta desconexión y la dificultad tanto de creadores como fans para comprenderla es el tema central de su artículo.

Sobre todo esta última parte puede ser muy sutil pero es tan o más difícil de entender y resolver. Acostumbrado a ver como las marcas regalan dinero a supuestos «influencers» simplemente por la cantidad de sus followers, veo los números de Gaby y Allison y no puedo evitar pensar que algo están haciendo mal, cosa que es un error de mi parte. Porque el asunto no es tan sencillo, por supuesto. Una cosa es que las marcas te den dinero ocasionalmente, y algo muy diferente es tener ingresos suficientes y de manera regular. Eso, admitidamente, es mucho menos simple de lo que podría parecer. En el mejor de los casos significa moverse mucho, corretear y negociar los patrocinios y ofertas. En el peor, aceptar promocionar cualquier basura y de la manera más abyecta e invasiva además. En ambos casos se deteriora la imagen y la comunidad, a menos que se haga con mucho tacto y de manera bastante delicada y natural a nuestro contenido, cosa que, dicho sea de paso, no es exactamente lo que las marcas prefieren.

Recurrir demasiado a los patrocinios, el contenido patrocinado o brandeado implica correr el riesgo de ser llamado «un vendido» (sellout) por la propia comunidad. La contradicción máxima es que «venderse» es una de las únicas formas de poder obtener el dinero necesario para poder seguir creando ese material que la comunidad consume gustosamente. Es necesario que el público entienda que con frecuencia crear videos es un trabajo de tiempo completo que requiere dinero para poder seguir llevándose a cabo. Anna Akana, otra YouTubera, puso el tema en la mesa explicando su situación al público y la respuesta fue positiva, pero ejemplifica la labor de información que es necesaria hacer para que el acuerdo entre público y creadores sea explícito y claro.

Esta ruptura entre fama y éxito financiero no es propia de YouTube o los medios sociales en general. Siempre ha existido. El salir en TV por ejemplo, no significa más que eso, que saliste en la TV y ya. El ser visto por una gran cantidad de personas no necesariamente se traduce en dinero. Lo mismo sucede con el radio, el periódico o las revistas. De los libros ni hablamos, por supuesto. El punto es que la cantidad de publico y la fama es un mal indicador de la cantidad de dinero que potencialmente se puede recibir.

Gaby relata que ha caminado por un evento de alfombra roja «con 80 dólares en mi cuenta de banco». Da el ejemplo de Meghan Tonjes, una intérprete de música bastante conocida en YouTube, que salió al escenario en el evento Vidcon, el más famoso de toda la industria de video digital, y fue recibida por centenares de fans que gritaban y lloraban mientras cantaba. Todo esto sin saber si iba a poder pagar el supermercado de esa semana.

En una escala mucho más pequeña son el equivalente de las marcas que solo tienen Likes, seguidores y engagement y no logran sacar absolutamente nada en términos de negocio de ello. De hecho es peor, porque en el caso de las marcas es un gasto, pero en el de ellos es un gasto de tiempo y esfuerzo considerable que no representan ingresos suficientes. Y estas personas son las que hacen que YouTube o Instagram sean de los sitios más visitados de la web.

Resumiendo, ¿es economicamente sostenible ser un creador de tiempo completo en YouTube o en medios sociales?

No soy ajeno a estos dilemas. Por primera vez en años tuve que bajar mi ritmo de publicación aqui. ¿La razón? Afortunadamente ha habido muchísimo trabajo de consultoría y capacitación en los últimos meses y entre la falta de tiempo y el agotamiento, decidí darme un descanso. La ironia es que el trabajo a largo plazo en este blog ha sido importante para obtener esos proyectos. Pero ahora están impidiendo que siga escribiendo como solía hacer y cómo quiero seguir haciendo. A mi me quedó claro que ganar dinero directamente del blog era casi imposible, pero lo he logrado usar como un elemento de promoción crítico para mi vida profesional. Pero es lo que amo, es lo que más disfruto y no quiero dejarlo.

Así que puedo entender un poco la desesperación que por momentos sienten estos creadores en YouTube. De alguna manera he estado ahi. Y no hay respuestas sencillas.

Sin embargo está pasando y todos estamos intentando encontrar la mejor solución posible. Una que logre una armonía sostenible entre nuestra pasión y gusto por crear en el medio que sea, la necesidad de ganarnos la vida de alguna forma y el cultivar un público fiel y activo con quien compartir lo que creamos. El cómo armamos las piezas de este rompecabezas y la manera en la que resolvemos esos dilemas es el tema central de nuestras vidas online y offline.

En algún sentido es el precio de hacer lo que a uno le gusta. Y es un precio que muchos estamos dispuestos a pagar.

Sigo escribiendo.

¿Eres un creador de medios digitales? ¿Has estado en esta misma situación? ¿Cómo la has resuelto?

3 Respuestas a “La Clase Media de los Medios Sociales

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