La Decisión Que Perdimos: El Problema de los Algoritmos

Algoritmos y Medios Sociales

Los algoritmos en los medios sociales son una solución a un problema genuino: El exceso de contenido que podemos consumir. El problema es que hasta ahora, a pesar de lo que quisieramos pensar, son una mala solución. Esto ha sido puesto de manifiesto de nuevo con los anuncios sobre el lanzamiento de un algoritmo para Twitter, que busca mostrar los tweets más relevantes para cada usuario si está fuera del servicio por algún tiempo. En ningún caso esto es más problemático que en Twitter, que tradicionalmente se ha basado en una estricta cronología que si bien democratiza el flujo de información, también lo hace relativamente difícil de seguir.

¿Pero cuál es el verdadero problema de los algoritmos? ¿Por qué como idea son perfectamente aceptable pero en la ejecución dejan muchísimo que desear?

El problema son los criterios bajo los que toman decisiones. Porque resuelven en base a la popularidad, no a la relevancia. Y no sólo esto. Toman como criterio un solo modelo de hábitos de uso y de intención. El más elemental y básico. Uno que pudiera describirse como «micro momentos para gente que tiene un descanso».

Es decir, contenido ligero, superficial y rápido de consumir. El equivalente de un tabloide impreso, las versiones de alta velocidad y menor extensión del Metro o el Gráfico, en el mejor de los casos. Construir bajo ese criterio una selección de contenido es condenar irremisiblemente a la irrelevancia y a la desnutrición de información a todos los usuarios.

Un ejemplo.

Supongamos que pedimos a tres personas que califiquen qué dos opciones prefieren de un catálogo de cuatro posibilidades. Y que lo pongan por grado de importancia. La persona 1 prefiere la opción A y en segundo lugar la C. La persona 2 prefiere la opción D y en segundo lugar la C. La tercera prefiere la opción C y en segundo lugar la B. Puesto en una hoja de cálculo y considerando el «engagement» que cada opción tuvo la decisión es obvia: La opción C es la más popular.

Ejemplo Algoritmos

¿En realidad lo es? Solamente una persona la puso en primer lugar. El resto va a ver algo relativamente interesante, pero que no sería su primera opción. Lo que se les muestra no sería su opción más relevante sino la opción estadísticamente más popular basada en un promedio. Imaginen que los criterios son los Likes, comentarios y RTs y con eso pueden empezar a imaginar por qué un algoritmo en Twitter no suena tan atractivo.

El problema de los algoritmos es que optimizan para un cierto tipo de comportamiento y contenido que al final penaliza la relevancia e interés individual y premia la popularidad por escala. Por eso las listas, que Twitter jamás ha sabido cómo impulsar y simplificar son tan esenciales para poder exprimirle el máximo de jugo a Twitter e incluso a Facebook, que tiene una funcionalidad parecida, pero sabiamente no les da mucha importancia.

Lo que estamos perdiendo es la capacidad de definir el valor del contenido que recibimos a través de nuestras propias elecciones.

Y esto no es poca cosa.

Un buen ejemplo de este mecanismo es YouTube. Los creadores en YouTube generan una gran cantidad de contenido que depende más de las suscripciones para ser visto que de un algoritmo. El valor e interés que generan hace que regresemos una y otra vez y consumamos lo que hacen. En comparación vayan a la pestaña de Trending (Videos del Momento) que sería el equivalente de un algoritmo para sugerir «el mejor contenido». En mi caso y seguro en el de muchos de ustedes no hay un solo video que sea del más mínimo interés. Ni siquiera cerca. La pestaña de Inicio funciona bastante mejor en cuanto a recomendaciones y la de Suscripciones es donde está el contenido que más relevancia tiene para mi.

Esas listas personalizadas es donde está realmente el valor, no en el algoritmo. El valor y relevancia implican tiempo y esfuerzo para poder obtenerse. A veces más del que deberían, lo concedo. Pero en realidad es la única manera de realmente obtener algo de una plataforma social.

De otra manera lo que tenemos es simplemente una versión digital móvil de algo que ya sabemos que no funcionó bien jamás. Algo que siempre está susurrando: «Tranquilo. No pienses mucho en lo que necesitas. Déjame decidir por ti. Es más sencillo así».

Por supuesto que me refiero a la TV y los periódicos y revistas.

Claro, siempre hubo (y hay) un pequeño porcentaje de programas, artículos o noticias que nos interesaban y seguíamos. Pero el 95% no era de esos, muy seguramente. Y lo que es peor, programas buenos pero con relativamente poco público eran cancelados y reemplazados con material para un público más general. Esto es lo que está pasando con los medios sociales.

Esto en una escala mucho más personal, pero no por ello menos vacía.

La promesa de los medios sociales es que esto no pasaría. Que podríamos personalizar la información que consumimos y que esto sería benéfico tanto para creadores como para su público, al no tener que lidiar con intermediarios o conserjes. Pero esta promesa se está perdiendo.

Ese es el genuino problema de los algoritmos en los medios sociales. No son las buenas intenciones en querer mejorar una dificultad real, el verdadero problema es que, como bien dice el refrán, sólo hacen un excelente pavimento en un camino que lleva hacia abajo.

Sigo escribiendo.

N.del A. – Si quieren leer mucho más en profundidad del tema, les sugiero que lean el excelente artículo How We Lost Social Media To Algorithms de Thomas Baekdal.

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